martes, 23 de noviembre de 2010

A TODOS LOS OLIVAREROS

No sé ¿por qué motivo?, esta mañana al levantarme y mirar desde la puerta de mi casa al Cerro del Cura, cuajado de una marea de frondoso verde, a veces claro de la hierba fresca, otras veces salpicado de un verdor más oscuro. El de los olivares. Con su oro verde moráceo, cuando el fruto se rinde al sempiterno otoño, anunciando frió y temporales.
Me acorde de los abnegados aceituneros, que con su sudor y esfuerzo hace el milagro que cada año se produzca, sacar el jugo espeso y cargado de un fuerte olor amargo. Hasta que sabias manos antaño en capachos puesta la masa en las prensas, extraían el oro liquido que durante siglos sirvió y nos sirve de sustento y base de nuestra dieta Mediterránea. Recién nombrada por la UNESCO patrimonio inmaterial de la humanidad.
Y ahora llega mi reflexión ¿Cando a las aceituneras y aceituneros se les reconocerá su trabajo? ¿O ya con este reconocimiento de la UNESCO es suficiente? Sinceramente creo que no.
Cuando nos tomamos unas tostadas, o una ensalada y la aderezamos con ese aceite que sabe a gloria con sus matices serranos. ¿Pensamos en las agrietadas manos de mujeres y hombres con los rostros quemados por las heladas? ¿En los palos que deben dar para varear la aceituna y recogerla en pesados fardos? Sinceramente creo que no.
Pensamos solo en los manjares que hacemos con el fruto recolectado, por dolores de hombres y mujeres que solo buscan ganar un jornal, para poder llevar a casa y que sirva de sustento en las penurias de estas tierras tan bonitas como abruptas y desagradecidas para con los suyos, a la hora de extraerle sus frutos.
Pensemos y hagámosle, todo un pequeño gran homenaje acordándonos de su trabajo cada vez que nos pongamos ante cualquier alimento cocinado, con parte de sus vidas, de sus sudores y sacrificios. A todas ellas y ellos mi más profundo y sincero homenaje y respeto.

Alberto Fernandez Antunez         Noviembre 2010

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