Soy ladrón de besos no robados.
esclavo de una cadena sin eslabones.
Con palpitos en el corazón herido.
De batallas aún no libradas,
Pero ganadas de antemano.
Cuando el corazón late fuerte.
Y el pecho cree reventar,
se hace aun más crepitante ese palpitar,
que no decrece.
Se engrandece.
Se hace gigante, cual molino de viento.
Que ningún quijote será capaz de derribar.
Y en esa deriva de sentimientos encontrados,
el alma se pierde sin remedio.
Buscando lugares desconocidos,
donde esconder, la pena y el regocijo.
Sitio de descanso de un guerrero,
que lucha sin escudo ni espada.
Solo con el alma quebrada.
Por no ser capaz de robar un sueño.
Y no comprar a ningún mercader,
a cambio de unas monedas de amor.
La fortuna de una esperanza,
que aún no esta perdida.
Y que las sombras de la noche.
Que reflejan la grandeza de lo inexplicable,
me recuerdan que debo seguir adelante.
Caminando, errante de mis sueños.
Buscando un logro que es mi cometido.
Encontrar un amor perdido.
Que ya está encontrado,
pero que aun está dormido.
Y que siendo Dios y el destino testigos.
No se ha culminado.
A la espera de ser conquistado.
En un castillo de nubes construido.
Alberto Fernández Antunez. Alanis 7 de Junio de 2011
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